Ángel
Tu ángel es rubio,
El mio es pelirrojo.
Tu ángel tiene los ojos azules,
El mio tiene unas gemas grises.
Tú ángel tiene unas hermosas alas blancas con un resplandor digno de admirar,
El mio solo tiene una mochila llena de pines colgada al hombro.
Tu ángel podría llamarse Gabriel, Miguel, Uriel…
El mio se llama Kiev.
Si, como la capital de Ucrania. Sin duda es un nombre espectacular…
Recosté mi cabeza del casillero al ver al hermoso y perfecto chico de cabello rojizo pasar esquivando alumnos con la cabeza completamente sumergida en alguno de sus miles de sketchboks mientras movía su mano izquierda con un lápiz sobre el papel de manera hábil y elegante.
Dios, que sea para mi o no sea de nadie.
Se perdió entre la ola de alumnos y eventualmente el timbre que daba por iniciadas las clases resonó en mis oídos con más fuerza de lo normal antes de que tomara mi cuaderno y me dirigiera con bastante calma y alegría al salón de matemáticas.
Cabe destacar que no estoy siendo sarcástico. En serio amo los números.
Ya va ¿En qué estaba?.
Ah, aja.
Caminé, llegué a mi aula de clases, y luego de reírme de las quejas de mis compañeros de curso por tener que estar -según ellos- obligados a ver una materia tan aburrida y tan extensa como lo eran las matemáticas, caminé directo al asiento que estaba vacío junto al retraído y tierno chico de piel albina y cabello oscuro.
— Hola, Yvez — saludé pronunciando mal su nombre de manera intencional solo para escuchar ese hermoso tono de voz que me parecía excesivamente tierno.
— Es Kiev — murmuró el pelirrojo de manera breve subiendo la cara para verme solo un segundo antes de volver su vista al cuaderno que tenía y donde reposaba un dibujo que a penas era un montón de rayas de lápiz sin sentido, pero que estaba seguro que en cualquier momento serían una pieza de arte hermosa.
— Cierto, como la ciudad — traté de sacar tema de conversación mientras «fingía desinterés» — ¿Por qué te llamas así? ¿Tus padres vienen de allá? — pregunté buscando que hablara o dijera algo, mas su reacción inmediata fue encogerse de hombros antes de mover su cuaderno a un lado y seguir dibujando por una de las esquinas. Mordí mi labio inferior buscando algo que pudiera usar para que el chico hablara — ¿Desde qué edad dibujas? — cuestioné buscando que al menos soltara un par de palabras.
— Sariel —.
— Sabes que no me escapo de tus clases —.
Miré al profesor de matemáticas, quien subió la vista para verme y luego reír para sus adentros y seguir pasando la lista como si nada para luego empezar su clase de manera habitual, produciendo que mi compañero de banco dejara de lado su libreta llena de dibujos y sacara su cuaderno de apuntes para dicha materia.
— Entonces, la semana pasada nos quedamos en que… —.
El señor Burrows hablaba, pero mi mente estaba localizada en ver todos los movimientos de Kiev. Su manera de suspirar al no entender algo, como mordía su labio inferior a la hora de escribir, cómo rodaba los ojos al ver el costado de su mano llena de tinta de bolígrafo…
— Tira, ¿cuál es el resultado? —.
— ¿Perdón? —.
Mi vista viajó con velocidad a la pizarra para ver de qué hablábamos, y en ese momento agradecí ser un «dotado» para los números y para poder responder sin haber prestado ni un mínimo de atención.
— 5 raíz cuarta de… — achiné los ojos para sacar la cuenta rápidamente y luego responder — 27y sobre 43 —.
— Maldito gay de mierda — escuché murmurar a una chica un par de bancos adelante.
— Este gay puede pasar de grado sin necesidad de ser un pre-pago — respondí con toda la tranquilidad del mundo. No me molestaba que la gente se metiera con mi orientación sexual, pero me sacaba de quicio que todo lo que hacía, bueno o malo, fuera atribuido a eso. Simplemente no lo pasaba.
— ¿Eres gay? — escuché un susurro bastante débil a mi lado, pero lo suficientemente alto como para que llegara a mis oídos sin problemas.
— ¿Te molesta? — cuestioné mirando a Kiev sin querer sonar brusco, solo buscando obtener la respuesta al respecto; para mi suerte, el chico negó al instante antes de bajar la vista sonrojado y copiar la ecuación que estaba en la pizarra y haciendo que me derritiera de ternura al ver sus mejillas pálidas tomar ese color carmín que solo puedo apreciar en las hebras de cabello rojizas oscuras que caen de manera rebelde sobre su cara — Cómo me gustaría que estuviéramos juntos — murmuré sin notar que estaba pensando en voz alta, haciendo que el muchacho abriera los ojos de par en par y saliera del aula sin decir palabra al profesor.
— Señor Burrows, voy a… —.
— Solo anda, Sariel —.
Sonreí mirando al hombre canoso antes de correr tras Kiev, quien caminaba de un lado a otro mientras pasaba sus manos por su rostro y cabello. Como si le hubiesen dicho que tenía algún tipo de enfermedad terminal que no tenía cura alguna.
— Hey — me acerqué al pelirrojo y este me miró con pánico asomado en sus ojos cristalinos — Si fue por lo que dije en clase… —.
— Solo — un suspiro rápido trepó por sus labios sonrosados, como si necesitara prepararse para decir algo — Aléjate de mi —.
— Vamos, Kiev, solo fue un… —.
— No lo entiendes — dijo, y por primera vez en mi vida pude escucharlo hablar sin titubeos ni pausas más de una palabra seguida — Mis padres van a ahorcarme y colgarme de adorno en la puerta de su casa si se enteran que me gusta un chico y resulta que yo le gusto a él y… —.
Ya va, pausa, momento, dame un respiro.
¿Estoy loco o acabo de escuchar a Kiev decir «me gusta un chico y resulta que yo le gusto a él»?
No,
Estoy bastante seguro de oír eso.
— Kiev, para un momento — el discurso acelerado del chico se detuvo al instante al escucharme — Yo… ¿Te gusto? — cuestioné mirando a los lados del pasillo y asegurándome que no estaba soñando.
— ¿Qué? ¡No!, no no no, para nada, yo nunca estaría con…—.
Y pensando que sería lo mejor, me acerqué a él y pegué mis labios a los suyos. Disfrutando ese leve aroma a dulces que emanaba el chico de cerca y disfrutando de la textura suave y esponjosa de aquellos labios que moría por probar.
Pero un empujón me hizo salir de mi trance al instante.
— Esto está mal… Muy mal — murmuró el chico bajando la vista sin saber qué hacer o cómo reaccionar.
— El amor es bastante lindo como para tenerlo escondido en un closet — murmuré tomando su mano y acercándolo a mi un poco — No debes avergonzarte por quién eres, Kiev. Eres un artista extremadamente talentoso, inteligente y tierno ¿Qué importa con quién salgas? Vale mucho más quién eres por ti mismo que la persona que decida acompañarte. Sea hombre o mujer —.
— No lo entiendes — susurró el chico negándose a mirarme — Si mis padres se enteran… —.
— Van a seguir amándote como nunca. — dije mirándolo parpadear un par de veces
— Siempre vas a poder contar con ellos para lo que sea, incluido esto — murmuré tomando su mentón para hacer que subiera la cara y darle una sonrisa — Que no te de miedo mostrar tus verdaderos colores — susurré acercándome a él lentamente antes de volver a besarlo.
Y lo mejor del caso es que esta vez no hubo ningún empujón que me apartara de él.
La única decisión que tomé fue la de ser yo mismo.
Dos semanas después
— No hagas eso —.
— Lo siento — dije riendo y parando de esparcir besos en el cuello del chico, pero si dejé mi cabeza reposar sobre su hombro y pasé mis brazos por su cintura mientras lo veía revisar en sus sketchbooks algo desesperado — ¿Qué buscas? — cuestioné sin tener idea de qué era tan importante para él.
— El dibujo que hacía el día que… — sin poder hablar debido a la… ¿Pena? ¿Vergüenza? ¿Incomodidad? ¿No saber qué palabras usar?. No lo sabía, pero se limitó a señalarnos. Haciendo que yo me riera y él solo frunciera un poco el ceño — Puedo jurar que lo terminé y que… Aquí está — dijo finalmente antes de mostrarme la hoja de la libreta con una sonrisa de orgullo.
Definitivamente me llevé la lotería de 30 millones de dólares con este chico.
El dibujo era una verdadera pieza de arte. Se trataba de una inocente imagen de dos chicos teniendo un plácido sueño. De verdad amo a este chico.
— Te quedó increíble — admití impresionado antes de querer darle un beso en la mejilla, pero no contaba con que Kiev se daría la vuelta para verme y acabaría dejando un casto beso en sus labios.
Seamos honestos, me gustó más ese resultado.
Tu ángel probablemente negaría una relación como esta,
Tu ángel seguramente tiene algún «error humano» que lo hace ser como el resto.
Pero mi ángel es único. Y bajo ningún concepto lo cambiaría por «algo del montón».
🎀🎀🎀
Happy PrideMonth 🌈
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