Vacaciones permanentes
Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.
El diagnóstico fue claro y sin titubeos.
La madre de Caleb miró a su hijo, el cual golpeaba la esquina del escritorio del consultorio con un bolígrafo que había recibido como regalo al entrar a la clínica que cambiaría su vida por completo.
Con solo 6 años, Caleb era cuarenta veces más entrometido, curioso y eléctrico que cualquiera de su edad; a un punto tal en el que su madre consideró llevarlo a hacer un par de pruebas para ver qué ocurría con su pequeño.
Los adultos hablaban, pero a los oídos del rubio solo llegaban murmuros que se sentían altamente lejanos; produciendo que su mente empezara a vagar y sin notarlo golpeara de manera más rápida el escritorio, produciendo un sonido más constante y molesto.
— Caleb, cariño; dame el bolígrafo — la madre del niño respiraba profundo para no regañarlo, pero el trabajo se le estaba haciendo costoso.
— Hey, campeón — el psico-pediatra llamó la atención del chico, quién dando algunos saltos se dirigió al hombre y trató de mantenerse quieto, pero mientras este hablaba, él movía sus manos y su cabeza de un lado a otro sin poder evitarlo — En la habitación de al lado hay algunos juguetes para que te entretengas mientras yo hablo con tu madre — comentó señalando la puerta a un lado del consultorio sin sentirse ni medianamente molesto o incomodado por la constante necesidad de moverse del pequeño.
Caleb miró a su madre mientras esta suspiraba y asentía con la cabeza antes de ver como su hijo salía disparado hacia la sala de juegos, dejando solo al doctor con su madre.
— Va a estar bien — animó el psicólogo mirando a la mujer con una sonrisa tranquilizadora, quien tenía una mueca formada en su rostro mientras miraba a la puerta por la cual su hijo acababa de salir…
10 años más tarde.
Dices que soy demasiado complicado… Torpe y maleducado.
— Levine… 3 — Caleb recibió su prueba de química y rodó los ojos mientras ojeaba levemente la prueba sin darle mucha importancia. La Señorita Brown, al notar el gesto del alumno alzó ambas cejas mientras se bajaba las gafas — No es mi culpa que no tengas los conocimientos básicos en química, ¿O si? — cuestionó cruzándose de brazos mientras miraba al muchacho.
Yo digo que del 9 al 5 está sobrevalorado y que todos caemos muy bajo.
— Nunca lo dije — expresó el muchacho de ojos miel mientras se encogía de hombros y jugaba con las esquinas de la prueba y la profesora acababa de entregar todas las pruebas restantes.
Luego de eso, la señorita Brown comenzó con su clase, haciendo que, como siempre, Caleb se distrajera y mirara al techo mientras su mente maquinaba gran cantidad de ideas y de imágenes a la vez; haciendo que el chillón y agudo tono de voz de la Señorita Brown pasara a solo ser otro murmullo dentro del montón.
— Levine, ¿Algo que comentar al respecto? —.
— ¿Ah? —.
Toda la clase comenzó a reírse al escuchar la respuesta del chico, pero a todas estas Caleb no tenía idea de qué acababa de ocurrir.
Como si el cielo estuviese de su lado, el timbre que daba por finalizado el día de clases sonó; haciendo que Caleb se levantara instantáneamente de su asiento y saliera disparado hacia la salida para dirigirse a su hogar.
Al llegar a casa soltó sus cosas en la entrada y luego de gritar un «¡Llegué!» lo suficientemente alto para que sus padres lo escucharan, subió a su habitación para cambiarse de ropa por algo más cómodo para hacer algo de deporte y así matar la energía y el tiempo en algo un poco más productivo.
— Alto ahí jovencito —.
Caleb detuvo su trote antes de llegar a la puerta y ver a su madre con su prueba de química en las manos, razón por la cual echó su celular y sus audífonos en su bolsillo para comenzar a hablar justo luego de hacer ese movimiento.
— Ma, sabes mejor que nadie que detesto química… Es más, ni siquiera la entiendo — comenzó el muchacho comenzando a sentirse incómodo por la mirada que la mujer brindaba a su hijo — Me aburre y me da sueño…
No puedo dormir porque mi mente sigue corriendo.
» Y me molesta demasiado que esté obligado a aprenderme todos las reacciones químicas cuando las dos neuronas que juegan poker en mi cerebro podrían entretenerse en algo mejor…
Mi pecho duele porque mi corazón sigue rompiéndose.
» Además, sabes que me produce ansiedad no poder moverme ni decir nada durante 90mins —.
Estoy tan adormecido que no puedo dejar de temblar y todos caemos demasiado bajo.
— Caleb… Cariño… — Jenna dejó de lado el trozo de papel y se acercó a su hijo dando un fuerte abrazo al muchacho — Sé que tu y las ciencias no se llevan bien, y sé que te cuesta… De verdad te entiendo — la mujer suspiró y reposó una de sus manos en la mejilla de su hijo — Pero no te gusta colaborar tampoco. No te gustan las terapias, te escapas de los tratamientos… Ni siquiera tomas tus medicinas —.
Frustración, desesperación. Dices que necesito algún tipo de medicación.
Situación: 0 motivación.
Caleb negó con la cabeza y se apartó de su madre — Las voces vienen de los altavoces, pero no puedes hacerme un creyente — el chico caminó con una extraña calma hasta la puerta, y antes de irse, se dio la vuelta y miró a su madre mientras pronunciaba una simple frase:
— Sé que soy solo otro número de un bajo rendimiento y que, a pesar de todo, estamos orgullosos —.
Y luego de eso, solo se fue a correr mientras trataba de despejar su mente… Pero sabía que no podía hacerlo.
Destino: Vacaciones Permanentes
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